Probablemente hay más incertidumbre acerca de lo más importante en el mundo que acerca de cualquier otra cosa.

Permitame ilustrar:

Si usted les preguntara a cien personas escogidas al azar su opinión sobre la economía, la política o la contaminación ambiental, la mayoría le daría una opinión bastante definitiva.

Pero pregúnteles a las mismas cien personas: “¿Va a ir al cielo cuando muera?” y la gran mayoría contestará con cierto grado de duda: “No lo se”, “Estoy trabajando en ello”, “No tengo idea”, “No estoy seguro”.

Muchas de estas mismas personas le dirían que creen en Jesucristo y en el cielo. Sin embargo, no saben si van a ir al cielo o no.

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